Y TUVO COMPASIÓN DE ELLAS…

Septiembre 25 de 2020


Y TUVO COMPASIÓN DE ELLAS…


¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. 

Miqueas 7:18-19 


Halar de compasión es hacer relación a la empatía y preocupación por el sufrimiento de los demás. Las palabras griegas y hebreas traducidas como compasión, en la Biblia hablan de tener misericordia o ser movidos a piedad por las personas. 


Una forma de describir exactamente el término compasión, es haciendo referencia a Dios mismo, Él se compadece del sufrimiento humano, de la condición precaria de nuestra alma y de cada necesidad. Fue esa misma compasión la que le impulsó a actuar, a diseñar un plan para redimirnos de las consecuencias de nuestro pecado y regalarnos una esperanza de vida eterna. 


La cúspide de esta compasión se ve reflejada en la cruz del calvario, donde el Justo pagó por los injustos, donde fuimos compradas con precio de sangre, Jesús es la esencia misma de la misericordia de Dios. Éramos tú y yo, de hecho, toda la humanidad, quienes merecíamos tal muerte, a causa del pecado que recayó en nuestra vida por la desobediencia en el huerto del Edén, pero al Padre le plació entregar a su hijo unigénito para salvarnos y arrebatarnos de la muerte eterna. 


En este sentido, la compasión de Cristo, nos lleva a vislumbrar el corazón del Padre, lo cual debe impulsarnos a mostrar la misma actitud hacia los demás. Si Él siendo Dios no retuvo el perdón y quitó de nuestra vida el oprobio, lavándonos de toda inmundicia, a través del sacrificio santo de su hijo, ¿quiénes somos tú y yo para condenar a alguien? 


A veces miramos por encima del hombro, nos creemos con tantos derechos, herimos sin importar, escatimamos perdonar, somos arbitrarios, irrespetuosos y buscamos a como de lugar nuestro bienestar, así esto implique dañar al prójimo. 


Recordemos el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo y pongámoslo por obra: 



“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”

Mateo 9:36




Dios te bendiga.


Alejandra Bustamante



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