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“Tú hiciste todo mi ser, tanto mis sentimientos como mi cuerpo,
desde que me hiciste tomar forma en el vientre de mi madre.
Te agradezco porque me hiciste de una manera maravillosa;
sé muy bien que tus obras son maravillosas”
Salmos 139:13-14
¿Qué ves cuando estás frente al espejo? ¿Un cúmulo de defectos o una obra maestra del mejor artista? ¿Una serie de faltantes o un conjunto armonioso, producto de las manos de tu creador?
Se ha dicho que todos los seres humanos somos inconformes por naturaleza y en efecto, lo somos, en especial nosotras las mujeres. En un contexto, donde se han establecido estándares de belleza y estereotipos para poder encajar en diferentes ámbitos de la esfera social, es muy común querer parecernos a alguien o simplemente no gustar de nosotras mismas.
En consideración con lo anterior, quiero citar un pasaje de las sagradas escrituras que durante años ha llamado mi atención y es el siguiente:
Pobre de la vasija de barro que se pone a discutir con el que la hizo, siendo que es una vasija como cualquier otra. ¿Acaso dice la arcilla al que la trabaja: ¿Qué es lo que haces? o: ¿No te quedó bien lo que hiciste?
Jeremías 45:9
Cada que estamos frente al espejo y lanzamos expresiones de insatisfacción con respecto a alguna parte de nuestro cuerpo, es como si le estuviéramos diciendo al Dios que nos creó: “te equivocaste, no te quedó bien”
Si hasta el día de hoy, la constante en tus palabras, son expresiones despectivas hacia ti misma, sea porque estás permeada por estándares efímeros de belleza o porque alguien te ha dicho algo que ha logrado impactar negativamente tu autoestima, es el momento de adoptar las afirmaciones que hace el Salmista David, en los versículos que encabezan el devocional que estás leyendo; allí nos recuerda, que tú y yo fuimos entretejidas en el vientre de nuestras madres de manera perfecta, como todo lo que hace el Dios todo Poderoso.
El soberano Señor, todo lo hace bello y maravilloso, tú y yo no somos la excepción. No permitas que voces distintas a la de tu creador, opaquen tu brillo y te hagan pensar que Dios se equivocó al crearte o que pudo haberte hecho de otra manera.
Eres perfecta, porque fuiste creada minuciosamente por las manos de un Dios perfecto.
Alejandra Bustamante.
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