OBRA MAESTRA
Este es el mensaje que el SEÑOR le dio a Jeremías: «Levántate y baja a la casa del alfarero. Cuando estés allá, te daré mis palabras para el pueblo». Así que bajé a la casa del alfarero y vi que estaba trabajando en el torno. Estaba haciendo una vasija de barro, pero se le dañó, así que empezó de nuevo con el mismo barro e hizo otra vasija que le quedó tal como quería.
Y me llegó este mensaje del SEÑOR: «Pueblo de Israel, ¿es que no puedo yo hacer contigo lo mismo que hizo el alfarero con el barro? Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero, dice el SEÑOR.
Jeremías 18:1-6
“Papá lo repara” es una frase que se escucha con frecuencia en mi hogar. Susana, mi hija de tres años tiene una firme confianza en su Padre, no le angustia saber que alguno de sus juguetes o artefactos de la casa se dañen, pues cree firmemente en la habilidad reparadora de su papá.
Si revisas la presentación que encabeza este blog, fue precisamente esta frase la que me motivó a crear este espacio cuyo nombre es EL TALLER DEL MAESTRO, pues sé que hay situaciones en nuestra vida que requieren de la reparación del gran maestro: Jesús.
El pasaje bíblico que encabeza el devocional del día de hoy, da una bellísima ilustración acerca de la labor de Dios en nuestras vidas, ÉL comparado con un alfarero y nosotras como barro en sus manos.
La escena describe como en su taller, el alfarero trabaja en su torno o rueda, haciendo una vasija de barro que se dañó en el proceso, lo cual obligó a aquel maestro a hacer de nuevo la obra proyectada. Pero ¿sabes qué me llama la atención? Él hace otra vasija tomando el mismo barro con que hizo la anterior, no lo desechó, simplemente lo volvió a moldear. Esta, no es más que una hermosa demostración de la paciencia y misericordia de Dios hacia sus hijos, su palabra así lo declara:
“Misericordioso y clemente es Jehová;
Lento para la ira, y grande en misericordia”
Salmos 103:8
Que maravilloso saber que aún con nuestras múltiples fallas, Dios no nos desecha, sino que nos restaura, nos repara, nos vuelve a hacer una y otra vez. Sin embargo, la misericordia de Dios no debe convertirse en una licencia para pecar deliberadamente o desviarnos del camino que ÉL por amor nos ha trazado.
Permitamos que ese precioso alfarero moldee nuestra vida a su parecer; cuando somos obstinadas, el proceso de reparación duele, duele como cuando los padres debemos disciplinar a nuestros hijos hasta ver el resultado que deseamos en su carácter. No nos salgamos de ese torno o rueda en el que nuestro divino maestro está haciendo de cada una de nosotras una obra útil en sus preciosas manos.
Hoy nuestro Padre desea renovar la relación que debemos tener con ÉL, de esta forma nos evitamos ser procesadas una y otra vez. Escuchemos lo que hoy nos quiere decir:
“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”
Isaías 1:18
Dios te bendiga.
Alejandra Bustamante.
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