MAMÁ EL NIÑO ESTÁ TRISTE, CÁRGALO
“El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”
2 Corintios 1:4
En uno de los devocionales que publiqué hace algunos días, relataba como mi corazón se enternece cuando mi pequeña hija busca mis brazos para hallar paz y consuelo, pero ayer en la tarde hubo un suceso que me enterneció aún más que cuando ella anhela mi regazo.
Estábamos las dos acostadas intentando dormir, cuando de repente sentimos el llanto de uno pequeño vecino; la reacción de mi niña fue mirarme un tanto triste y decirme: “Mamá, mamá, carga al niño…mamá el niño está triste, cargalo”.
Como mamá me sentí agradecida con Dios por la pureza y nobleza del corazón de mi hija; ella habiendo experimentado la paz y el sosiego de Dios a través de mis brazos, quiso compartir lo que ha recibido con su vecino angustiado, lo cual me enseña que ha sido consolada para consolar, tal como lo dice el versículo que se cita al inicio de este artículo.
Pero la lección no acaba ahí, ante la respuesta de mi niña por la situación de su pequeño amigo, también evoqué lo bello que es interceder por los necesitados.
Tal vez en este momento tú y yo nos encontremos en un lugar de privilegio, donde no nos falta nada, pero hay a nuestro alrededor personas que sufren y no tienen ninguna clase de esperanza; hoy Dios nos invita a dar a los demás de lo que hemos recibido e interceder por ellos, a tender la mano al necesitado, al triste, al enfermo, al desorientado.
“De gracia recibisteis, dad de gracia”
Mateo 10:8b
Miremos atrás y recordemos todo lo que Dios nos ha dado, lo que ha hecho por nuestra vida, como nos tomó de su mano y nos rescató, este es motivo suficiente para sentir compasión y actuar en favor de aquellos que lo requieren.
“Que el lugar de privilegio en el que nos encontramos, no nos nuble la empatía”
Dios te bendiga.
Alejandra Bustamante.
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