FRENTE AL ESPEJO
El que oye el mensaje de Dios sin obedecer lo que dice es como el que se mira en un espejo. Se mira en el espejo, se va y pronto olvida lo mal que se veía.
Santiago 1:23-24 (PDT)
Estoy segura que al preguntarle a un buen porcentaje de mujeres cuál es ese objeto infaltable en su cartera me responderían que el espejo. Es tal la preocupación por nuestra apariencia externa que no nos basta con observarnos antes de salir de casa, sino que debemos llevar este pequeño aliado que nos permite ver como anda nuestro maquillaje y a su vez retocarlo.
Es importante cuidar la autoimagen, preocuparnos por vernos y sentirnos bien hace parte del amor propio; no obstante, la epístola de Santiago nos exhorta a través del versículo citado con antelación, a prestar atención a algo que va más allá de lo externo, nos invita a considerar la palabra de Dios como un espejo donde es expuesta nuestra condición humana, nuestras debilidades y falencias, además de la manera precisa para corregirlas.
Que cada día de nuestra vida la prioridad sea escudriñar las escrituras, guardarlas en nuestro corazón y obedecerlas. Allí está el consejo que necesitamos para el diario vivir. Permitamos que ese maestro por excelencia llamado Jesús nos guíe a toda verdad a través de su bendita palabra.
Recordemos lo dicho por el Salmista David:
“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;
Sobre ti fijaré mis ojos. Salmos 32:8
Él ha puesto su mirada en ti y en mí, por tanto, dejemos que nos dirija.
Y tú… ¿Cuántas veces al día te miras al espejo?
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