¡CUIDE ESE ESTUCHE QUE ES AJENO!
“El cuerpo de ustedes es como un templo, y en ese templo vive el Espíritu Santo que Dios les ha dado. Ustedes no son sus propios dueños. Cuando Dios los salvó, en realidad los compró, y el precio que pagó por ustedes fue muy alto. Por eso deben dedicar su cuerpo a honrar y agradar a Dios”
1 Corintios 6: 19-20 (TLA)
Espero que a través del devocional del día de ayer, la palabra de Dios haya causado el efecto para el cual fue enviada a tu vida, pues es mi deseo que como mujeres comprendamos que somos su creación y por tanto, de gran valor y estima para ÉL, así que no debe haber argumento propio o externo que desdibuje la obra maravillosa que nuestro Padre ha hecho en nosotras y por medio de nosotras.
Una vez interiorizada esa hermosa verdad, de ser 100% hechas a imagen y semejanza de nuestro Creador, es menester comprender, que nuestro cuerpo no es solo un conjunto orgánico de carne y hueso, la biblia declara que somos el templo de Dios y su Espíritu Santo mora en nosotras, a partir del momento que aceptamos a Jesús como el gobernador de nuestra vida. En este sentido, tenemos una gran responsabilidad, que consiste en mantener ese templo, esa casa de Dios en perfectas condiciones para que ÉL habite sin ser contristado. Sabemos que nuestro Padre es Santo, por lo cual no tiene comunión con lo profano, en otras palabras, su deseo es habitar en un lugar limpio, sin contaminación.
Lamentablemente, en contravía de lo anterior, hay hábitos y costumbres, que sin duda, ocasionan que nuestro cuerpo (templo del Espíritu Santo de Dios) se contamine y por ende, no es del agrado del Señor; algunos ejemplos de ello podrían ser: El uso y abuso de sustancias psicoactivas (alcohol u otras drogas), las relaciones sexuales ilícitas (antes del matrimonio, con alguien diferente al cónyuge cuando ya se es casado o con personas del mismo sexo), los malos hábitos alimenticios, las cirugías estéticas hechas por simple vanidad, los tatuajes, el no darle prioridad al descanso, etc.
En palabras del Apóstol Pablo a los Romanos, nos es necesario, por las misericordias de Dios, presentar nuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo y agradable a ÉL; esto quiere decir que tu cuerpo y mi cuerpo, es otra de las formas en que podemos glorificar el nombre de Dios.
Cuidemos este estuche, que no es nuestro, es de Dios.
Alejandra Bustamante.
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