Noviembre 2 de 2020
ANESTESIA DIVINA
“Yo me acosté y dormí,
Y desperté, porque Jehová me sustentaba”
Salmos 3:5
Una de las especialidades médicas que más admiro es la anestesiología, siempre me ha parecido tan sorprendente esa capacidad que Dios le ha dado a quienes están involucrados en esta ciencia, de hacer que con una pequeña dosis de un medicamento, sea posible entrar a alguien en un sueño profundo mientras es intervenido quirúrgicamente y luego volver a despertar en el tiempo oportuno.
Recuerdo que alguna vez tuve que someterme a una cirugía, para la cual me suministraron anestesia general; no olvido que cuando desperté empecé a llorar, el cirujano decía que era producto de la anestesia que había alterado mi sistema nervioso, mi mamá afirmaba que yo era consentida por naturaleza. Lo cierto, es que yo no lloraba por ninguno de los dos motivos, lo hacía producto de la gratitud que sentía con Dios en ese momento, por permitirme volver a despertar, pues es innegable el hecho de sentir temor antes de ingresar a un quirófano, pensando que van a hacer una cantidad de procedimientos con alguna parte de tu cuerpo, sin que te des cuenta y sin la seguridad de volver a despertar.
Pero no es solo esto, creo que diariamente nos sometemos a la anestesia divina. Sí, Dios ha destinado un momento en el día para regalarnos un descanso para nuestros cuerpos, en el que entramos en un estado de inconsciencia e indefensión, mientras esto sucede solo su mano poderosa nos guarda y sustenta; ÉL es el responsable de que nuestro corazón continúe latiendo, sigamos respirando y volvamos a despertar.
¿No te parece sorprendente? Entonces, por qué en ocasiones, nos despertamos y seguimos el día con prisa, sin acordarnos de agradecerle a Dios por un acto tan maravilloso y sublime, como si se tratara de algo mecánico y sin relevancia.
Si nos acostamos, dormimos y despertamos es porque el Señor nos sustenta.
Alábale por permitirte despertar, a través de esta canción:
Alejandra Bustamante.
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